El pasado no fue mejor

La implacable Jezabel recomendó en su blog este post sobre lo mal que andan las cosas. Esta escrito bajo la popular óptica de la decadencia. Me ha recordado una frase de Cicerón, que dice "Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros". Si cambiamos "libros" por "blogs", podría ser la frase del suegro o la suegra protestando por la educación que le damos a nuestros hijos e instándonos a sacar adelante a la familia, en vez de pasar tanto tiempo frente al ordenador con los "monitos" de la Internet, o ¡paradojas! podría ser la cita de un bloguero añorando épocas mejores, cuando la gente no utilizaba tanta tecnología y había un poco más de mano dura. Hay frases en esa onda que tienen miles de años, todas las generaciones han fabricado las suyas, probablemente desde que unos simios empezaron a aporrearse de forma organizada. Los abuelos dicen cosas de ese estilo, "en mis tiempos...", y ahora nos toca decirlas a la gente de mi generación que ya empezamos a peinar canas y a sufrir ataques de gota.

Coincido con la señora bloguera que escribió la entrada en que la sociedad se encuentra bastante asilvestrada, de eso no hay duda, si los burros volaran taparían el Sol, pero no estoy de acuerdo con el planteamiento de la decadencia. Creo que por lo general no medimos la civilización, la urbanidad o las "buenas costumbres" sobre alguna realidad anterior, si no sobre un pasado idealizado. Ni ahora somos más brutos, ni los niños son más cafres que en otros tiempos. Esto lo digo porque no se puede perder algo que la mayoría del pueblo no ha tenido nunca. Hemos pasado en medio siglo de ser una sociedad agrícola embrutecida y controlada por la amenaza de "el palo" de los feudos locales, a ser una sociedad industrial igualmente embrutecida, donde la autoridad se encuentra más alejada que antaño, pero en la que "el palo" nunca fue reemplazado por la educación. Ahora las cosas no van peor, ni somos menos civilizados, ya que no es posible decaer o venirse abajo cuando siempre se ha estado abajo.

Aquí no hace mucho tiempo los depauperados aborígenes vendían los cuerpos de sus hijas a los caciques del terruño, el aspecto de los pueblos de mi región podía ser muy bien el de las barriadas más terroríficas de los suburbios de Mordor (por no citar alguna ciudad del África subsahariana). La sobrepoblación de mascotas la arreglábamos, en el más bondadoso de los casos, por medio de un saco de arpillera y una vía fluvial, la de los humanos no se trataba de forma muy diferente. Mientras tanto la gente se las componía para caer frecuentemente en historias truculentas y desgarradoras provocadas por conflictos por el control de unas vacas o unos metros de tierra, malos rollos que duraban generaciones y no era raro que se resolvieran o perpetuaran echando mano del trabuco y la navaja. Si por cierto, el marido celoso cosía a navajazos a su mujer por la sospecha de adulterio el crimen solía inspirar la comprensión e incluso la clemencia de la sociedad y las autoridades, si violaban a una señora un juez, lejos de radicalismos, podía sentenciar sin problemas que la culpable era la víctima por provocar con su vestuario, en cambio si los esposos molían a palos a las parientas las autoridades no tenían la necesidad de humillarlas, pero porque las palizas no salían del hogar. Los entretenimientos de los niños consistían en tirarse piedras entre ellos y descalabrarse o hacer perrerías al "tonto del pueblo" (leáse cualquier "rarito") o a los pobres bichos (perrerías que, ahora si, podemos ver en Youtube), mientras que los entretenimientos de los adultos se basaban, casualidades de la vida, en hacer perrerías a los pobres bichos (perrerías que también podemos ver en Youtube) o bien en organizar crueles guerras civiles (reconquista, guerra de sucesión, guerras carlistas, etc) donde se hacían perrerías entre ellos sin problemas de conciencia ya que gozaban del beneplácito de las autoridades religiosas.

En resumen, el nieto del agricultor ebrio que maltrataba a su burro es el que ahora, bien puesto de coca, empotra su Audi en una acequia. La diferencia es que el nieto tiene ciertos estudios, un título de especialista en algo y compra tecnología para hacer las cosas mal mucho más rápido. Y aun así no creo que la situación este peor que en otros épocas, por lo menos ahora escribimos en blogs lo que, como mínimo, es tiempo que no invertimos en involucrar a alguien o a algo en alguna tragedia.

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5 comentarios:

Ciruelense dijo...

Muy lúcido el artículo. PerohHay una diferencia fundamental: antaño (no hace casi nada de tiempo) los ceporros de turno hacían o hacíamos las respectivas ceporreces a mano o bien con la ayuda de artilugios con un nivel tecnológico propio del África profunda en el mejor de los casos, es decir, los útiles de ceporrerías guardaban un equilibrio y una relación de igualdad respecto a la capacitación de los ceporros que las usaban o usábamos.

En muy pocos años se ha pasado de un nivel tecnológico neolítico a una tecnología megasupersónica y chiripitifláutica que supera en eones las capacidades en todos los sentidos de los ceporros. Y eso es un salto cualitativo (a peor, me temo) en lo tocante a la calidad y consecuencias de los lúdicos y alegres actos burriciosos de la humana ceporricie.

Salvo honrosas excepciones, como en Ciruelo de Coca (Segovia), donde hemos ido abandonando usos, costumbres y tradiciones un tanto anacrónicas y adaptándo el ocio y diversión a los tiempos, desterrando poco a poco las pedradas, los bichicidios, la escopeta y la garrota fáciles y la necesidad de consumir grandes cantidades de arnica.

Alea dijo...

No solo estoy en total acuerdo con Heli en que el pasado no fue mejor sino que doy un paso mas allá y afirmo que fue mucho peor. Nunca ha habido un mundo mejor que el que vivimos.
Es cierto que se cometen tropelías, pero la consideración social de esos hechos provocan escándalo, alarma social y rechazo cuasi unánime.
No hay hoy día mas maltrato a la mujer, hay menos. Solo que ya no se considera algo privado perteneciente a intimidad de la pareja en la que no hay que inmiscuirse sino un delito repúgnate, una lacra a combatir. Por eso es noticia y por eso cuando se da aparece en los periódicos. Que algo sea publicado en el periódico significa que es noticia, lo malo era cuando era tan normal que no era noticia.
Los derechos humanos son un invento muy moderno en la historia de la humanidad, aun ni siquiera son reconocidos en todos los lugares. No hace tanto que acciones que hoy provocan indignación por ser violaciones de esos derechos se asumían resignadamente como problemas sin solución cuando no usos normales y hasta derechos de los fuertes y poderosos ( ¿que era el derecho de pernada sino una violación legal ?)( que era la exigencia del debito conyugal a la esposa sino una violación legal ? ).

Que tengamos conciencia de que algo es un abuso inaceptable, de que nos asisten derechos y de que podemos exigirlos y que haya estructuras que nos los reconozcan y estén dispuestas a defenderlos ya es un avance importantísimo que hacen este mundo actual en el mejor mundo que ha existido hasta ahora, lo cual no es impedimento para que sigamos exigiendo que mejore. En cualquier caso hemos demostrado que se puede mejorar y eso da esperanzas de que las cosas no son necesariamente inamovibles, hubo épocas en que ni siquiera se vislumbraba esa posibilidad.

Jezabel dijo...

Mmm.... que me place tu punto de vista. Sin embargo, creo que coincido más con la otra postura. Pero como mínimo, es para pensar sobre lo que has dicho.

Heli dijo...

Ciruelense, no acabo de ver claro el tema de los barriles con piedras. Eso tiene que dejar el esqueleto hecho gravilla si te pasan por encima.

Exactamente Alea, el punto es que la violencia es noticia por lo que has explicado.

Jezabel coincides menos con mi exposición porque los jóvenes nacisteis en el amanecer de la sociedad waltdisneyana, no habéis experimentado como de violenta era la vida en el siglo XIX.

Ciruelense dijo...

Uh... parece que hay algo de confusión con nuestros -próximamente- mundialmente famosos encierros de bidones. Como su propio nombre indica, utilizamos bidones no demasiado grandes, como los barriles de cerveza de grifo, bidones de plástico de 50 litros (de los de aceite) y como mucho, un bidón como los de petróleo (unos 160 litros). Y no van llenos de piedras hasta el borde (de hacerlo así, el barril de petróleo pesaría más que un miura), lo normal es meter piedras hasta un cuarto o un tercio de su capacidad. Además de la masa y la inercia excesivas que tendrían si fueran completamente llenos, perderían uno de los principales atractivos del encierro: el bonito sonido de las piedras golpeando contra las paredes de los bidones y la trayectoria errática que les confiere el tener un peso suelto y disgregado en su interior, que emula y supera a la de un toro azuzado por la chusma en un encierro "normal".
Si uno tiene la mala suerte de que le embista el bidón grande, no queda excesivamente magullado, y las cornadas que pueda dar una lata de petróleo medio llena de piedras son mucho más llevaderas que la cornamenta de un Vitorino utilizando mozos para preparar pinchos morunos.
La gracia del encierro es que hay tanta o más emoción que en uno de toros (los bidones corren más y hacen unos cambios de trayectoria espectaculares), no hay muertos ni heridos y no se maltrata a ningún bicho para nuestra diversión. Y lo que es mejor todavía: el jaleo que se arma con el ruido de los bidones y los pedruscos y el griterío que despierta a las gentes, que normalmente terminan uniéndose a la fiesta, porque todo éste alegre ritual se realiza en plena madrugada. Es más, puedo afirmar con la cabeza bien alta que el único encierro de madrugada que se hace en todo el mundo tiene lugar en nuestro pueblo, Ciruelos de Coca (Segovia).
Y por si fuera poco, cuando terminamos de correr los bidones, el pueblo se reune en pleno en la plaza para celebrar un gran festín con bollos portillanos traídos especialmente de Valladolid acompañados de nuestro mejor orujo de hierbas de elaboración artesanal.
Espero haber aclarado las dudas sobre el mejor, más bonito, más emocionante, más sano y más respetuoso con la naturaleza de todos los encierros del mundo.

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