La paella, del latín patella (una suerte de vasija) recibió el nombre del mismo recipiente donde se cocinaba y que ahora llamamos paellera. Este arroz preparado con todo tipo de animales y verduras es la receta más popular e internacional de la cocina ibérica. Según algunos historiadores originariamente la paella, o mejor dicho la protopaella, era similar a los platos típicos bereberes del Norte de África que combinan cordero, pollo y verduras con sémola de trigo vaporizada (el cuscús). Podría haber sido introducido por los moros durante su invasión de la península Ibérica en el siglo VIII. En vez de la sémola de trigo los recién llegados habrían utilizado el arroz, que introdujeron los árabes desde la India y que creció espléndidamente en las fértiles y húmedas tierras valencianas. Siglos de perfeccionamiento en el crisol de la huerta fueron transmutando a la paella a través de la alquimia que realizaban los agricultores en sus barracas, villas y alquerías. La paella ya estaba lista para su encuentro con su último y más espectacular ingrediente.
Prácticamente a la vez que se iban los moros llegaban los pimientos (1492-1493). Al año siguiente de la caída del último reino musulmán regresaba la primera expedición de Cristóbal Colón, y con él llegaba el pimiento a España. A finales del siglo XVI los pimientos originarios de Perú y Bolivia ya se habían extendido por toda Europa. Y por esa época (alrededor de 1595) se levantaba un molino en una pequeña pedanía de Murcia en donde se trituraban pimientos de bola secos o ñoras, cuyo cultivo trajeron y expandieron por esas tierras los frailes jerónimos. El sabroso pimiento quedó bautizado con el nombre del pueblito llamado Ñora, que es un término del dialecto murciano medieval que deviene de añora y deriva del árabe al-nâ`ûra, y que se refiere a una rueda hidráulica movida por la corriente y destinada a elevar agua de riego. A partir de entonces este pimiento jugó un papel crucial en la consumación de la evolución de la paella introduciéndose en la receta de multitud de arroces y dando lugar a la más alta expresión paellera de la región levantina.
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