Problemas con el tren

Siempre que puedo viajo en tren, porque es el vehículo más seguro, cómodo y económico que el ser humano ha inventado para llevarse de un sitio a otro. Pero todo es urgentemente mejorable en cuanto a los transportes públicos de mi país. Después del enésimo viaje en tren se me ocurren dos cosas que urge cambiar, la primera es una modificación técnica menor, aunque significativa, en el diseño de la cabina, la segunda es una cuestión de orden público.

Primero, hay que acabar con los asientos enfrentados de los extremos de la cabina. Son ocho excepciones, dentro de las filas de asientos del vagón, donde es necesario adoptar posturas forzadas para no colisionar con las extremidades del pasajero de enfrente que se ve en la misma tesitura. Aunque la distancia que media entre los asientos es más amplia que en cualquier otro transporte colectivo el diseño de los vagones ha quedado bastante rezagado frente al crecimiento de los aborígenes. Para la industria ferroviaria seguimos siendo los enanitos raquíticos que correteaban por la península a mediados del siglo XX. Les parece razonable meter a cuatro enanitos revueltos al final (o principio) de cada vagón, optimizando el espacio y lucrándose un poco más a costa de la comodidad de los pasajeros. Eso no debería haber ocurrido, no sólo porque ahora somos más altos, el tren ha conectado desde hace décadas con afluentes de gigantes mochileros del norte de Europa, es decir que llevamos mucho tiempo con este problema, pero el sistema no ha reaccionado remodelando la configuración de la cabina.

La segunda cosa que hay que cambiar son a las señoras jovencillas que arrastran maletas rosas casi tan altas como ellas y que triplican su peso. Estas inconscientes no conocen el concepto "imposible", ni el de "hernia", "esguince" o "fractura de vertebras de pasajeros amables". Hay que acabar con esta práctica que va dejando un rastro de insultos, blasfemias y huesos molidos por el vagón, colas descomunales cuando la maleta se atasca a la entrada del tren, cuando se atasca a la entrada de la cabina, cuando se atasca entre los asientos y cuando, ni en los más disparatados delirios de Cthulhu cabría en la repisa del equipaje, a pesar de los esfuerzos de algún solícito pasajero cercano al infarto. Ayudaría que se divulgaran y especificaran claramente (con rótulos y símbolos) los límites que deben existir en cuanto a la envergadura del equipaje, y estaría muy bien que los funcionarios informaran de estas normas a los usuarios conflictivos antes de que perpetraran su viaje y que se velara por su cumplimiento, si es necesario poniendo tasser y porras eléctricas a disposición de los revisores.

9 comentarios:

Ciruelense dijo...

Comparto la preferencia por el tren como medio de transporte rápido, seguro, ecológico, cómodo (bueno, no tanto pero más que el autobús) y ¿Económico? ... pues lo último va a ser que no. En el proceso de modernización de los ferrocarriles españoles se va perdiendo cada vez más el carácter popular y social de los trenes. Casi todos los esfuerzos y presupuestos se destinan a potenciar las líneas de Alta Velocidad mientras que se condena a los Regionales a la extinción, asilando a miles de poblaciones que se ven abocadas a depender exclusivamente del transporte por carretera, incómodo, peligroso y humeante.



Un ejemplo muy claro lo tenemos, sin ir más lejos, en mi propio pueblo, Ciruelos de Coca (Segovia). De tener un importantísimo tráfico de pasajeros y mercancías por ferrocarril durante más de 100 años pasó, en la década de 1990, a ser uno de tantos municipios que perdieron su línea ferroviaria en favor de los planes de implementación de infraestructuras para Alta Velocidad. Hay un artículo muy interesante sobre la historia ferroviaria de Ciruelos de Coca (Segovia), aplicable a miles de pueblos españoles en éste enlace. Hoy puede parecer increíble que un pequeño pueblo pudiera tener tal actividad, pero no era nada excepcional, antiguamente el tren era un motor de progreso, modernidad y economía para la España rural. No estoy en contra de las líneas AVE, pienso que son una alternativa racional al avión en cuanto a velocidad, economía e impacto ambiental, pero por otra parte, al suprimir las líneas regionales lo que se está haciendo es llenar las carrteras de camiones, peligrosos, caros y contaminantes y condenar a las clases populares (es decir, a la mayoría de la población española) que casi nunca utiliza el avión pero tradicionalmente se desplazaba en los eficaces y baratos regionales, a utilizar obligatoriamente el autobús, incómodo, contaminante y mucho más expuesto a graves accidentes que el tren. (Continúa)

Ciruelense dijo...

Hace tiempo que hay un proyecto para convertir en vía verde la difunta línea ferroviaria, al menos el tramo comprendido entre Segovia y mi pueblo (ver aquí, archivo pdf) . Eso está bien, las Vías Verdes son una oferta muy interesante para el "ecoturismo" rural que pueden ayudar a levantar la maltrecha economía nacional; si se extendiran por todo el país podrían constituir, por clima, paisajes y patrimonio artísitico un destino único en Europa para miles de turistas de mochila (y sin embargo, alto poder adquisitivo) que atascan con sus abultados equipajes y anatomías nestros trenes, además de una inyección de actividad económica para muchos pueblos que subsisten como pueden con una cada vez más ruinosa agricultura, que a la vez tendría nuevas salidas para una prodicción agrícola ecológica, de calidad. Pero para que ese turismo de Vías Verdes, hoy anecdótico, fuera una realidad viable para nuestros vecinos europeos, tendríamos que contar con una red de ferrocarriles regionales también de calidad, tan extensa como lo era hace unos años y con unos coches como sugiere Etiópica, adaptados a las necesidades de los viajeros del siglo XXI.


Quizá algunas de esas nuevas soluciones tendrían que mirar al pasado. Veo con un poco de envidia aquellos trenes que salían en las películas españolas de antaño, que contaban con espacio suficiente en sus vagones para que pudieran viajar con relativa comodidad en un mismo departamento de 8 asientos enfrentados varios reclutas con sus enormes petates, un matrimonio de jubilados con su equipaje, un par de monjas con sus guitarras y sus cajas de dulces de convento, algún estudiante y Paco Martínez Soria que interpretaba a un señor de pueblo de la España profunda con su maleta de cartón, una cesta descomunal llena de hortalizas y una o dos jaulas de madera con gallinas para su hijo de la capital. No digo que haya que volver a aquellos vagones (que además eran muy bonitos), pero aumentar el espacio entre asientos, destinar una parte del vagón a las maletas y habilitar un espacio para colgar bibicletas no cuesta tanto. Si contasemos con esas comodidades en una red de la extensión que tenía antes con el añadido de las Vías Verdes, viajeros comunes y turistas optarían sin pensarlo dos veces por viajar siempre en los regionales. Y el tren volvería a ser el transporte social, el de la ciudadanía, y a la vez algo enormemente rentable y lucrativo en el caso del turismo verde. (Continúa)

Ciruelense dijo...

Por último, transcribo una bonita copla de mi pueblo, Ciruelos de Coca (Segovia), que tiene más de 100 años y canta las excelencias del municipio, incluyendo, naturalmente, su célebre estación de tren. También está glosada en la web sobre la estación que enlazo unos párrafos antes:


Soy de Ciruelos,
Rico solar de Castilla,
Donde con calor intenso
El sol con majestad brilla.

Ciruelos del alma mía,
Nunca te podre olvidar.
Fuiste mi cuna primera.
Llena de amor maternal.

Son tus campos orgullosos
Bandejitas del amor,
Donde crecen los trigales
Y el majuelo en esplendor.

Y en tus llanuras, con arrogancia
Crecen los frutos en abundancia.
Y para colmo de admiración,
Para si tiene estación.

almu dijo...

Yo, antes que nada, acabaría con los precios inasequibles y con la página de renfe: es una tortura que ningún ser humano debería tener que soportar.

Heli dijo...

@Ciruelense cuando me refería a que el tren es un medio "económico" estaba pensando en que es el transporte colectivo que consume menos energía por detrás del velocípedo de pasajeros, se me olvidó aclarar este punto, que además me parece muy importante, porque en efecto convierte al tren en el transporte más ecológico. Sin duda es carísimo, para los pobreburgueses como yo resulta un verdadero arakiri económico tomar trenes de largas distancias, ya ni hablo de montar en un AVE, eso es cosa de ciencia ficción. No puedo estar más de acuerdo en todo lo que comentas, y también sobre la perdida de la red ferroviaria. Creo que es uno de los grandes pasos para atrás que hemos dado en el siglo XX. Recuerdo de niño ver vías abandonadas por campos y sitios inhóspitos, y estaciones en ruinas (una monería de edificios modernistas) a las afueras de pueblos muy pequeñitos, una pena. También me habría gustado comentar el tema de los espacios para bicicletas, incluso que añadieran redes wifi, que tampoco creo que fuera una inversión muy costosa.

@Almudena en general las paginas de cualquier organismo más o menos público en España (desde la policía a la sanidad, etc) son ("webs 1.0") farragosas y patateras a más no poder, parecen minuciosamente diseñadas para dañar la vista y el buen gusto, complicar la navegación y desincentivar su uso. No he usado la web de Renfe, pero no encuentro razones para suponer que podían hacerlo mejor que los demás.

Ciruelense dijo...

Heli, no se ma había ocurrido incorporar wifi a los Regionales... si los actualizaran con todos los adelantos propuestos en el artículo y los comentarios (y se ampliase la red hasta su antigua extensión o más allá) me mudaría a vivir a uno de esos trenes de ensueño. Y el caso es que viendo cómo se dilapida el dinero de la cosa pública en cosas privadas o innecesarias, sería un proyecto perfectamente viable siempre que se administrase el erario con honradez y raciocinio.
Si tienes afición a las estaciones antiguas, creo que te gustaría la de Ciruelos de Coca (Segovia). No es modernista, tampoco es muy grande. Es una estación pequeña, rural, que podría encuadrarse dentro del art-déco más funcional, el estilo industrial postmodernista típico de fábricas, almacenes y estaciones con unos forjados y mamposterías bien diseñados, mejor ejecutados y con un uso muy artístico del ladrillo para el carácter del edificio. La caseta del jefe de estación tiene influencias del art-déco más historicista, bastante sobrio, típico de la Castilla de preguerra, que tuvo una vida bastante dilatada, hasta los años 40.
La estación ha sobrevivido bastante bien hasta nuestros días, en parte por el celo de los propios ciruelenses por preservar su patrimonio y el recuerdo de la próspera época cuando el pueblo era un importante paso de mercancías hacia Medina del Campo, y en parte a la iniciativa de algunos ilustres paisanos que generosa como desiteresadamente costean la restauración y conservación de la misma.

EL estado actual puede verse en ésta foto. Se puede observar la fantástica restauración y el celo puesto en que no caiga víctima del vandalismo.

Y en ésta otra foto se puede ver la misma estación en sus mejores tiempos, cuando sus vías, hoy abandonadas, conducían un bullicioso tráfico de mercancías y pasajeros.

Almudena: totalmente de acuerdo, los precios son de escándalo y la web de RENFE, tercermundista y salchichera.

Heli dijo...

Art-déco funcional, estilo industrial postmodernista, define mucho mejor como son las antiguas estaciones de mi región, parecidas a la de Ciruelos de Coca, pero más rojas. Aquí unas fotos

Ciruelense dijo...

¡Qué pasada de estación! Además de bonita y bien conservada, tiene lo más importante de todo: que todavía transitan trenes por ella. Por el estilo, efectivamente, debe ser de la misma época que la de mi pueblo, pero tiene un aire más europeo, sin concesiones al historicismo, y los enfoscados le dan clima mucho más futurista (para su época) que los ladrillos vistos que se usaban por Castilla.
Hay que ver qué bien trabajaban los arquitectos de entonces; incluso en pequeñas estaciones rurales sabían cómo integrarlas perfectamente con el paisaje y, pese al aire tecnológico e industrial del art-déco, eran edificios a la medida de las personas, no atentaban estéticamente ni contra los seres vivos ni contra la arquitectura propia de los pueblos.
Creo que los que parten el bacalao -todos los bacalaos, en éste caso el ferroviario- tienen mucho que aprender de nuestros abuelos.

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