Servidumbre voluntaria

"¡Pobres y miserables pueblos insensatos, naciones obstinadas en vuestro mal y ciegas para vuestro bien, que os dejáis quitar de delante lo más bello y limpio de vuestra renta y que dejáis saquear vuestros campos, robar vuestras casas y despojarlas de los muebles antiguos, de vuestros padres! Vivís de tal modo que no os podéis jactar de que nada sea vuestro y parecería de que fuera gran suerte para vosotros el compartir por mitades vuestros bienes, vuestras familias y vuestras vidas. Y todo este estrago, esta desdicha, esta ruina os vienen no de vuestros enemigos, pero sí, ciertamente, del enemigo, de aquel a quien vosotros hacéis tan grande como es, por quién marcháis tan valientemente a la guerra, por cuya grandeza no rehusáis exponer vuestras personas a la muerte. El que tanto os domina no tiene más que dos ojos, no tiene más que dos manos, no tiene más que un cuerpo, y no tiene nada que no tenga el hombre más humilde de entre el gran infinito número de los que habitan nuestras ciudades, a no ser la ventaja que vosotros le concedéis para que os destruya. ¿De dónde ha sacado tantos con que os espía, si vosotros no se los disteis? ¿Cómo tiene tantas manos para golpearos, si no las toma de vosotros? Los pies con que pisotea vuestras ciudades ¿de dónde los saca sino de los vuestros? ¿Cómo se atrevería a convocaros a la guerra si no estuviera de acuerdo con vosotros? ¿Qué os podría hacer, si no fuerais encubridores del ladrón que os saquea, cómplices del asesino que os mata y traidores a vosotros mismos? Sembráis vuestros frutos para que él los consuma; amuebláis y llenáis vuestras casas para dar materia a sus pillajes; criáis vuestras hijas para él pueda satisfacer su lujuria; criáis a vuestros hijos para que, en el mejor de los casos, los lleve a sus guerras, los conduzca a la carnicería, los haga ministros de su codicia y ejecutores de sus venganzas; quebráis vuestras personas en el trabajo para que él pueda complacerse en sus delicias y revolcarse en sucios y bajos placeres; os debilitáis para hacerlo más fuerte, más duro en teneros corta la rienda; y de tantas indignidades que las mismas bestias no podrían sentir o podrían aguantar, podéis libraros si tratáis no ya de libraros sino solamente de querer hacerlo. Resolveos a no servir más y de ahí que ya sois libres. No quiero que lo empujéis o lo tiréis por tierra, sino solo que no lo sostengáis, y lo veréis, como a un gran coloso a quien se le ha substraído la base, caer por su propio peso y romperse".

El Discurso sobre la servidumbre voluntaria más actual que nunca. Le doy un 8,0 en la escala de Richter. Según Wikipedia de La Boétie lo escribió a los 18 años, un monstruo.

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