Para el hijo hiperactivo

No es necesario llegar hasta grutas perdidas en la Antártida para acabar cayendo en los más horripilantes abismos lovecraftianos que pueda concebir la retorcida mente de Cthulhu. Una visita a cualquier centro comercial moderno sumiría en la locura en cuestión de segundos a los más temerarios exploradores del pasado. Por el contrario el pequeño burgués de hoy en día resiste sin perturbarse el caos de colores y formas que despliegan grandes comercios y tiendas. Aunque siempre quedan resquicios por donde vislumbrar los abismos. Nosotros, que hemos sido sistemáticamente aturdidos desde la infancia por la imaginería barroca multimedia que ha levantado el mercado, aun podemos alucinar con escenas de horror inconcebible surgidas en la zapatería del barrio o en la sección de cosméticos de El Corte Ingles por culpa de mentes perturbadas, o quizás atrapadas bajo el malvado influjo de antiguos espíritus que esperan el momento propicio para reconquistar el planeta. Esta foto, hecha por una colaboradora de hazmeelchingadofavor.com, demostrará que lo que acabo de decir no va muy desencaminado.



Si bien la foto parece tomada del escaparate de una juguetería, ya que hay varios artículos dedicados a los niños, en realidad es una librería cristiana y el palo en concreto no es para que el infante pueda jugar al críquet o atizar con más efectividad la lampara del tresillo de la casa de los amigos de los padres. El texto del palo hace suponer que el "juguete" es para los papas. El artilugio en este caso no fue diseñado con el fín de darle a una pelotita o para impactar ocasionalmente contra el mobiliario doméstico, se trata de una herramienta destinada a golpear a personas indefensas.


Lo que pasa es que el decorado alegre y dicharachero que rodea el instrumento de tortura lleva a cierta confusión, tan conflictuante y terrorífica como la que generaban aquellas dos cabezas decapitadas de cerdos que habían sido tocadas con florecita, gafas de sol y un divertido gorro de Papa Noel y que fueron exhibidas en el escaparate de una charcutería como una especie de entrañable y horrendo detalle navideño. Desconfíen de cualquier risueño interiorista que remodele escaparates, porque puede esconder las intenciones perversas del mismísimo Cthulhu. Va! lo llamarán arte conceptual, pero por eso mismo, desconfíen.


Fuentes:

Corrige a tu hijo
Buenafuente/Bertovisión 354

3 comentarios:

Los viajes que no hice dijo...

Anonadadita me hallo.

También podría decir: Átalo a la pata de la cama y no te molestará.

O mejor aún: "No los tengas".

Danicienta dijo...

si los niños no son horror, ¿entonces qué serán? la gente adulta es peor crece y verás.

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